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En lo alto de la carreta, tres niños juegan con horcas y descargan con peligro los haces de trigo.

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Los padres parecen advertir la inminente caída; la madre, con las manos en alto y el padre con un niño en su regazo mira asustado a los mozalbetes.

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Una madre sonriente da de comer a su hijo que rechaza la comida

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Un labrador dormita sobre el trigo, en decúbito supino, con la boca semi abierta y el tórax en inspiración profunda. Otro labriego recoge la parva con un rastrillo para aventarla antes de que llegue la tormenta.

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Al fondo de la composición sobre una colina con arboleda, un monumental y majestuoso castillo, de silueta poderosa con perfiles indefinidos, es un símbolo del señorío de la tierra.

La era o El Verano

1786. Óleo sobre lienzo, 277 x 642 cm

La era o El verano forma parte de la serie Las Cuatro Estaciones, pintado en 1786 para el Comedor del futuro Carlos IV y María Luisa de Parma en el palacio de El Pardo.

Goya aborda la vida campesina de forma novedosa, a través de una escena cinematográfica, el descanso de los segadores con sus familiares. Aunque alejado de la mitología recuerda la antigüedad con las mieses doradas como símbolo de la diosa Ceres y la tormenta alusiva a Júpiter. Estamos ante un cuadro de dimensiones extraordinarias, con la armonía de una composición piramidal, de gran colorido y dominio de la técnica.

(1) En lo alto de la carreta, tres niños juegan con horcas y descargan con peligro los haces de trigo. (2) A la derecha, los padres, atribulados, parecen advertir la inminente caída; la madre, con las manos en alto y el padre con un niño en su regazo mira asustado a los mozalbetes. (3) A la izquierda, una madre sonriente da de comer a su hijo que rechaza la comida. En el suelo vemos una cazuela, tres hoces y dos sombreros. (4) Un labrador dormita sobre el trigo, en decúbito supino, con la boca semiabierta y el tórax en inspiración profunda. Otro labriego recoge la parva con un rastrillo para aventarla antes de que llegue la tormenta. A la izquierda del cartón está aparcada una gran piedra cilíndrica para la trilla. Un caballo blanco nos mira con curiosidad y otro tordo blanco tiene atadas las patas delanteras con una cuerda. (5) Al fondo de la composición sobre una colina con arboleda, un monumental y majestuoso castillo, de silueta poderosa con perfiles indefinidos, es un símbolo del señorío de la tierra.

La mirada clínica se dirige a un grupo de gañanes que se ríen y emborrachan a un joven desharrapado y provocan las carcajadas de otros tres labriegos sentados sobre las gavillas. Un mozo descalzo ofrece de un gran odre un vaso lleno de vino al incauto y otros dos con una vara y una horca sujetan a la víctima.

La escena tiene cierta crueldad, se mofan y embriagan a un mozo simple y desvalido. Nos acercamos al beodo, que está con los brazos abiertos y las piernas separadas para no caerse. Barbilampiño, con sonrisa estúpida y sardónica, rubicundez facial y eritema nasal y malar, vestimenta de mendigo, representa la idiocia del “tonto” del pueblo.

JUICIO CLÍNICO

Mozo con alcoholismo crónico, marginado social, víctima de una intoxicación etílica aguda inducida por la impiedad y ensañamiento de unos segadores.

Francisco de Goya y Lucientes
Fuendetodos, Zaragoza, 1746 – Burdeos (Francia), 1828

Goya es uno de los pintores universales del arte español, comprometido con su tiempo a diferencia de Velázquez como apunta Julio Caro Baroja (1963).

A los 14 años entró de aprendiz en el taller de José de Luzán. En 1771 viaja a Roma donde aprende la técnica del fresco. En 1773 se casa con Josefa Bayeu , hermana de Francisco Bayeu, pintor de cámara de Carlos III. Su matrimonio le abre las puertas de la corte e ingresa en la Real Fábrica de Tapices, donde realizó siete series de cartones (1775-1792).

En el invierno de 1792 a 1793 tuvo una grave enfermedad complicada con una sordera de por vida. Existe un laberinto de hipótesis sobre esta enfermedad (síflis, paludismo, saturnismo, etc. ), aunque nunca se conocerá con certeza (FrancescMir, 2021).

A los 73 años compró la Quinta del Sordo en la ribera del Manzanares, donde se refugia con Leocadia Weiss y ejecuta las Pinturas Negras.

En 1823 se exilió a Burdeos, sordo, viejo, y torpe pero siguió pintando con su lema “Aún aprendo” hasta su muerte en 1828.

C/ Santa Isabel, 51 28012 Madrid